HISTORIA DE VIDA. La asociatividad es la posibilidad de mirar más allá, de trabajar de forma conjunta

“He aprendido a compartir, cuando estás solo no ves la necesidad de los demás, pero cuando te involucras en estos procesos, no importa si tienes o no, haces lo posible por ayudar a otro… es sentir amor por mi comunidad, por el país”

A Virginia el trabajo asociativo le cambió la vida. De realizar los quehaceres domésticos en su hogar pasó a involucrarse en los procesos de interés comunitario y a promover la participación para mejorar las condiciones de vida de la gente.

Virginia Borja tiene 61 años, vive en la parroquia Maldonado del cantón Eloy Alfaro de la provincia de Esmeraldas. Es miembro de la Asociación de Productores de Cacao de la Zona Norte de Esmeraldas (APROCANE) desde el año 2000 y es la actual presidenta del Comité de Vigilancia.

Su interés por los procesos asociativos inició en 1998 cuando la propusieron como presidenta de la comunidad. Si bien, el desafío de representar a su comunidad lo aceptó por curiosidad, en poco tiempo se interesó en la participación para plantear problemas y buscar soluciones conjuntas. Una de las principales preocupaciones, era justamente, la baja productividad del cacao en la zona. Su motivación personal era, también, demostrar que los esmeraldeños son personas cumplidas, transparentes y respetuosas, cuenta.

Virginia dice estar gustosa de participar como mujer en cargos que tradicionalmente era ocupados por hombres y reconoce que, si bien el camino no fue fácil, le ha traído muchas satisfacciones. Una de ellas es demostrar que “como mujeres nos hemos dado cuenta que sí somos capaces y tenemos dignidad en lo que hacemos”.

APROCANE con 24 socios (11 mujeres y 13 hombres) nace con el objetivo de mejorar el cultivo de cacao fino de aroma. Cuenta que los productores saben que hay que cuidar y trabajar la finca para aumentar la productividad. El resultado salta a la vista: Antes un agricultor sacaba máximo dos quintales de cacao por hectárea, ahora puede sacar hasta 10 quintales por hectárea. 

Para Virginia, el trabajo asociativo es muy importante, “pues se consiguen metas que no se podrían lograr de forma individual”. Desde el año 2006 exportan su cacao a una empresa en Suiza, cumpliendo con los estándares de calidad. Para ello, se realiza un control, se entrega herramientas y se brinda capacitación en el proceso de fermentación, secado y post cosecha. En los puntos de compra se lleva un registro y se paga al pequeño productor inmediatamente, dejando atrás el tiempo en que el intermediario “pagaba cuando quería y el precio que podía”. APROCANE se encarga del proceso de almacenado, secado en los centros de acopio, para garantizar la calidad del producto.

En la actualidad tienen un contrato para exportar 125 toneladas de materia prima al año y el reto es buscar nuevos mercados y sacar la certificación orgánica, que lo realizan con asesoría de COSPE en el marco del proyecto: “Fortalecimiento de las cadenas de valor de café y cacao en las provincias de Carchi, Imbabura y Esmeraldas”, financiado por el FIEDS.   

Otro desafío es impulsar su emprendimiento que nació del sueño de “cambiar la condición de vida del pequeño agricultor y dar un valor agregado al producto”. Desde el 2021 comenzaron a producir barras de cacao al 50% y 70% con la marca “Verde tierra”. El objetivo es ampliar el mercado e involucrar a los jóvenes de la zona en el negocio.  

Para Virginia, la Economía Popular y Solidaria “significa que debemos ser solidarios en todo aspecto, no solo en lo económico, sino en lo que consumimos, en valorar nuestros mismos productos, en el intercambio más allá del dinero, en ser solidario con la naturaleza”.

 

 

 

 

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